Los días de visitas familiares para los detenidos que fueron trasladados a la cárcel de Yare III, en el estado Miranda, después de las protestas postelectorales, son inciertos. Sus allegados deben esperar una llamada para saber cuándo pueden acudir al penal a ver a los suyos. La mayoría son de otros estados del país, lo que dificulta su movilización.
«Yo vivo en Barcelona, estado Anzoátegui, y para ir hasta la cárcel de Yare debo disponer de al menos 200 dólares para cubrir gastos de pasaje, comida y movilización. Imagínese lo que significa no tener un día específico de visita. Es una total incertidumbre; estamos hablando de unas siete horas de carretera, porque tenemos que tomar seis autobuses», señaló la mamá de uno de los detenidos.
En la cárcel de Yare III, los privados de libertad fueron recluidos en grupos de tres por celda. Allí les entregaron un jabón de baño, una crema dental y un jabón azul para lavar que deben compartir. También, un papel sanitario que tienen que administrar hasta enero de 2025.
Del estado Anzoátegui trasladaron a 106 hombres el 27 de septiembre. Sus familiares solo los han visto una vez, el lunes 14 de octubre, desde que los movilizaron hasta esta cárcel. A las visitantes, todas mujeres, las desnudaron, les revisaron el cuerpo, las pusieron a dar saltos de rana, a toser y a pujar.
La visita duró solo diez minutos y no les permitieron ingresar alimentos. Ese tiempo fue suficiente para que madres, esposas y hermanas notaran la desesperación de los detenidos por salir de la cárcel y lo comprometida que está su salud mental. Muchos aún tienen las huellas en sus muñecas del tirraje que les colocaron para sujetarles las manos durante el traslado.
En opinión de estos parientes fue una maldad que a sus allegados los movilizaran a un estado tan lejos y no los dejaran en el Centro Agroproductivo de Barcelona, conocido como cárcel de Puente Ayala, que es de fácil acceso por la proximidad con sus casas. A ello se suma que las autoridades los amenazan con trasladarlos al estado Táchira, ubicado a 1.147,5 km de Anzoátegui.
«Esto es un pase de factura, pero ¿que más nos quieren hacer sufrir? Ya es suficiente con que los hayan maltratado y encarcelado sin cometer ningún delito. ¿Qué más quieren?», destacaron los familiares de los detenidos, cuyos rostros denotan cansancio, preocupación y tristeza.
Con información de Una Ventana a la Libertad