Donald Trump fue declarado este miércoles ganador de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Con 279 votos electorales (se necesitaban 270), le ganó la contienda a la vicepresidenta Kamala Harris, que la noche del martes anunció que no daría declaraciones mientras se sigan contando votos.
Trump -que en 2020 fue derrotado por Joe Biden-, se convierte en solo el segundo presidente en la historia de EE.UU. en gobernar durante dos periodos no consecutivos.
El anterior fue Grover Cleveland, quien ocupó la Casa Blanca entre 1885 y 1889, fracasó al intentar ser reelegido y cuatro años más tarde logró un nuevo mandato, que ejerció entre 1893 y 1897.
Pero es improbable que Trump vaya a ser recordado por esta curiosidad histórica.
Su figura destaca, más bien, por haber pasado de ser un outsider a convertirse en el jefe indiscutido de los republicanos y en un dirigente que tiene un gran impacto en la primera potencia del mundo.
Cuando Trump se lanzó a la presidencia en 2015, fueron pocos los que dentro y fuera del Partido Republicano -al que se había afiliado tres años antes- pensaron que llegaría a la Casa Blanca.
El empresario no controlaba la maquinaria del partido, no contaba con una plataforma política propia y manejaba un presupuesto limitado.
Gran parte de esa agenda política que presentó para su primer mandato forma parte de sus planes para la segunda presidencia que empezará el 20 de enero de 2025 y culminará en 2029, cuando Trump tendrá 82 años y medio, lo que le convertirá -otra curiosidad histórica- en el presidente en ejercicio más viejo de la historia de EE.UU.
Pero, veamos qué se puede esperar del segundo mandato de Trump desde la perspectiva de algunos de los temas más relevantes de la campaña.
La inmigración y la frontera fueron temas centrales de la agenda de Trump durante la campaña electoral.
El republicano arreció su discurso antiinmigrantes afirmando que estos «envenenan la sangre del país» y haciéndoles responsables tanto de un supuesto aumento de la delincuencia -algo que no tiene base, según expertos y cifras oficiales- como del incremento en el precio de la vivienda.
Además, afirmó sin pruebas que hay países como Venezuela que supuestamente están vaciando sus cárceles e instituciones para enfermos mentales y enviando a estas personas a EE.UU.
Estos señalamientos recuerdan los que hizo en 2015, cuando lanzó su primera candidatura a la Casa Blanca y acusó a México de estar enviando hacia EE.UU. a «gente con un montón de problemas».
De cara a un nuevo mandato, Trump prometióexpulsar del país a millones de extranjeros indocumentados en lo que asegura será la «mayor deportación» de la historia de Estados Unidos.
De acuerdo con estimaciones del centro de estudios Pew, para 2022 había en EE.UU. unos 11 millones de migrantes indocumentados, aunque Trump y su campaña asguran que son muchos millones más.
Numerosos expertos han alertado de que una deportación masiva de migrantes sería costosa y difícil de acometer, además de que podría tener efectos negativos sobre ciertas áreas de la economía en las que la mano de obra indocumentada juega un papel clave.
Según estimaciones hechas por la organización FWD.US, en EE.UU. había durante la pandemia 5,2 millones de indocumentados en trabajos esenciales. Esto incluye en torno a 1,7 millones de personas que trabajaban en toda la cadena de producción y comercialización de alimentos.
Los sin papeles representan en torno a 17% de los trabajadores agrícolas y 13% del sector de la construcción, según un estudio del centro Pew de 2016.
Trump también prometió sellar la frontera con México y dijo que seguirá construyendo el muro entre ambos países, una de las promesas centrales de su primer mandato, durante el cual se erigieron unos 129 kilómetros (gran parte de ellos reemplazando verjas deterioradas) de los 727 kilómetros que tenía esa barrera cuando él abandonó la presidencia.
El candidato republicano también plantea tomar otras medidas como restablecer la política que obligaba a los solicitantes de asilo a permanecer en México hasta que sus peticiones sean aprobadas y eliminar el derecho a la ciudadanía a los hijos de indocumentados nacidos en Estados Unidos.
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