Venezuela se acerca a un 2025 que expertos vislumbran agitado e incierto, con el inicio del próximo sexenio presidencial, tras la cuestionada reelección de Nicolás Maduro, y el cambio de Gobierno de Estados Unidos, con Donald Trump al frente, como dos de los principales eventos que influirán en la economía del país caribeño.
Según estimaciones independientes, el producto interno bruto (PIB) venezolano crecerá el próximo año, aunque a un nivel menor en comparación con 2024, que estiman cierre entre un 3 % y un 4,5 %, muy por debajo de la proyección oficial, de alrededor del 10 %.
La firma Ecoanalítica prevé que la economía crezca hasta un 2,5 % en 2025, mientras que la inflación se acelere a un 70 %, superior al 50 % estimado para el cierre de 2024.
Según el economista jefe de la firma, Luis Bárcenas, persistirán problemas que hacen que el PIB no termine de despegar, entre ellos, el deterioro de los servicios públicos, la falta de créditos bancarios, el agresivo y muy represivo esquema tributario y la aún poca diversificación económica, pese a esfuerzos de las autoridades en superar el ‘rentismo petrolero’.
Incertidumbre
Bárcenas dijo a EFE que hay incertidumbre con respecto a lo que vaya a pasar dentro y fuera del país y, sobre todo, a cómo EE.UU. va a llevar su política exterior con Venezuela, sujeta a sanciones petroleras, aunque bajo un esquema menos férreo que hace dos años.
El próximo 10 de enero, según lo establecido en la Constitución, se celebrará la ceremonia de investidura del vencedor de las presidenciales del pasado 28 de julio, en las que el mandatario Nicolás Maduro fue declarado ganador por el Consejo Nacional Electoral (CNE) para un tercer sexenio en el poder, lo que la oposición mayoritaria -que insiste en que ganó su candidato, Edmundo González Urrutia- considera un fraude.
«El año que viene va a ser muy complejo, y no solamente muy complejo, sino incierto, que es doblemente peligroso», dijo el experto.
Tanto Maduro como González Urrutia, exiliado en España, insisten en que jurarán su cargo como presidente.
Para el economista Luis Oliveros la palabra incertidumbre marca el 2025, debido, principalmente, al futuro de las licencias petroleras otorgadas por Washington -que no reconoce la proclamada victoria de Maduro- a transnacionales, actores clave en la producción de crudo venezolano, que aumentó un 23,7 % en un año, al pasar de 762.000 barriles por día (bpd) en septiembre de 2023 a 943.000 bpd el pasado.
«Vamos a tener crecimiento si esas licencias se mantienen, pero (…) si se van a principios de año, esta es una economía que cae en recesión», dijo a EFE Oliveros.
De mantenerse esos permisos, Ecoanalítica estima que la producción alcance su tope, que calcula en un millón de bpd.
Estabilidad
Según expertos, Venezuela depende hoy más que nunca del crudo para mantener estable su moneda -el bolívar- y los precios, debido a que su política antiinflacionaria consiste, en buena medida, en inyectar el mercado de divisas procedentes, principalmente, de los ingresos petroleros, con el fin de generar una sobreoferta del dólar, usado como referencia para cotizar bienes y servicios.
En este sentido, Bárcenas advirtió que la entrada de recursos puede verse afectada en función de la postura que asuma Estados Unidos frente a Venezuela y de que persista la inestabilidad política e institucional interna, agravada tras los comicios de julio.
Por tanto, explicó que, de haber problemas en la generación de divisas, se correrá el riesgo de enfrentar un aumento del costo de vida, lo que va a afectar al bolsillo del venezolano y, en consecuencia, a la capacidad de recuperación del gasto que motoriza el crecimiento económico.
Ante este escenario, considera que el país debe mostrar al mercado nacional y extranjero una disposición a cambiar cosas o corregir errores en materia de política económica, lo que puede atraer inversiones y abrir puertas que muchos pueden considerar cerradas, además de fomentar que EE.UU. no asuma una actitud tan radical.