La muerte de un niño de cuatro años durante una operación policial en el estado brasileño de São Paulo volvió a despertar la indignación entre ciudadanos y activistas de derechos humanos por el reciente aumento de los fallecidos a manos de las fuerzas de seguridad.
Ryan Santos, que fue enterrado este jueves en medio de una gran conmoción, recibió en la noche del martes un disparo en el abdomen mientras jugaba frente al portal de su casa, situada en un barrio marginalizado de la ciudad portuaria de Santos.
El disparo salió «probablemente» del arma de un agente durante una balacera entre una patrulla y un grupo de supuestos criminales, informó el miércoles en una rueda de prensa el coronel Emerson Massera, un portavoz de la Policía regional.
El Gobierno del estado de São Paulo lamentó la muerte del niño en un comunicado, y afirmó que se abrió una investigación para «aclarar» el origen del disparo y que los agentes involucrados en la operación fueron «apartados».
Además, durante la balacera murió un adolescente de 17 años y otro de 15 años resultó herido.
El Gobierno regional, encabezado por un aliado del expresidente ultra Jair Bolsonaro, aseguró que el grupo de agentes que combatía el tráfico de drogas en el barrio fue «atacado», una justificación que suele emplear para defenderse de las críticas cuando hay muertos durante las operaciones.
El ‘ombudsman’ de la Policía, Cláudio da Silva, y varias ONG de derechos humanos denunciaron en un comunicado la «actuación violenta y desproporcionada» de las fuerzas de seguridad en barrios pobres de la región.
«La trágica muerte de Ryan no es un incidente aislado, sino la consecuencia de un modo de actuar marcado por el conflicto y el uso desmedido de la fuerza que promueve muertes y la violación de derechos fundamentales», señalaron.
Al mismo tiempo, reclamaron una «Policía profesional que sea capaz de investigar los crímenes más graves y actuar dentro de la ley».
Ryan era hijo de Leonel Santos, muerto a principios de año durante una de las operaciones policiales más letales que se recuerdan en la región, con 56 fallecidos.
Los agentes aseguraron que dispararon a Santos, que tenía una cojera congénita que le obligaba a usar muletas en todo momento, después de que éste los atacara, una versión rechazada de forma rotunda por sus familiares.
«O sostenía la pistola o las muletas. Matan a Leonel y después alegan que es traficante», afirmó entonces en una entrevista con EFE Beatriz García, su esposa.
Entre enero y septiembre de este año, 496 personas murieron en operaciones policiales en el estado de São Paulo, un 75 % más que en el mismo periodo del año pasado y el número más elevado desde 2020, según un balance del Gobierno regional. EFE