Mientras el mundo se ocupa de las crisis urgentes, China atiende lo importante. Coincidiendo con la cumbre anual de la APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico) que reunió a 21 gobiernos, efectuada en Perú hace pocos días, el presidente chino Xi Jinping, y su colega Dina Boluarte, inauguraron el mayor puerto comercial de Sudamérica y uno de los más grandes y modernos del mundo.
Luego de ocho años de labores y con 3.400 millones de dólares de inversión, la infraestructura, ubicada a 70 kilómetros al norte de Lima, promete revolucionar la economía de esa parte del mundo, reduciendo a la mitad el tiempo que se necesitaba para llegar navegando a los principales puertos de Asia. Los productos de Ecuador, Colombia, Chile y el propio Perú se ahorrarán entre 12 y 15 días de travesía. En mil hectáreas de obras, tiene capacidad para recibir a los mayores buques del mundo y puede mover hasta 24 mil contenedores.
Esos países ya no requerirán que sus cargas hagan transbordo en los puertos de Norteamérica. Chancay promete ser eventualmente más competitivo que Long Beach, en California. En resumen, se podrán comerciar con los mercados asiáticos más mercancías en menor tiempo.
El gobierno y los empresarios peruanos se sienten eufóricos por las potencialidades de la inversión y aseguran que en pocos años Chancay será “el Singapur de Suramérica”. Probablemente sea una expectativa algo exagerada, no obstante, todas las previsiones económicas peruanas para el 2025 han mejorado sustancialmente. Solo en el primer año se estima que reciba más de 4 mil millones de dólares por esta actividad portuaria y le aporte casi el 1% del crecimiento de su PIB. En ese sentido, Perú cuenta con una ventaja adicional, desde 2010 tiene un Tratado de Libre Comercio con China.
El proyecto le pertenece en 60% a Cosco Shipping Ports Limited, una de las mayores compañías navieras del mundo, cuyo accionista mayoritario es el Estado chino y el otro 40% es de la peruana Inversiones Portuarias Chancay.
La empresa china es a su vez subsidiaria de COSCO Shipping Corporation Limited un conglomerado estatal que reúne seis compañías que cotizan en bolsa, con más de 300 filiales en todo el mundo que brindan servicios en transporte de carga, construcción y reparación naval, operación de terminales, fabricación de contenedores, comercio, financiación, bienes raíces y tecnología de información. Es el mayor grupo operador de contenedores del comercio naviero mundial.
Otro gran ganador de esta inversión será Brasil, que dispondrá de una alternativa más económica a las largas rutas del canal de Panamá, Tierra del Fuego y Sudáfrica que necesita para el comercio con China, su mayor socio comercial. Brasil exporta más de 110 mil millones de dólares al año a Asia. Perú le ofrece paso franco por su territorio para sus mercancías.
En resumen, en las próximas semanas la mayor parte de Sudamérica estará literalmente más cerca de China. Esta es otra exhibición del pragmatismo y paciencia estratégica que caracteriza a la clase dirigente del gigante asiático, que viene desarrollando infraestructuras de este tipo por todo el mundo.
En los Estados Unidos no se ha sido indiferente ante este avance del más temibles de sus competidores. Mauricio Claver-Carone, asesor del equipo de transición de Donald Trump, ha sugerido imponer un arancel del 60% a cualquier producto que pase por Chancay por el origen chino de ese terminal portuario. Sin embargo, esta es una cuestión que puede terminar como una controversia en el seno de la Organización Mundial de Comercio y en la que los chinos llevan las de ganar. Hoy, de los 192 países que tienen un asiento en la Naciones Unidas, al menos 140 tienen a ese país como su principal socio comercial.
La respuesta china a la ola proteccionista que recorre Estados Unidos y Europa consiste en ofrecer libre comercio.
El imán económico chino es tan irresistible que, hasta el amigo preferido de Trump en esta parte del mundo, el presidente Javier Milei, no ha dudado en tragarse sus palabras con tal de reunirse con Xi Jinping. ¿La razón principal? Pues resulta ser que China es, en la práctica, la dueña de las reservas del Banco Central argentino. Ignorando ciertos agravios y en otra muestra de pragmatismo, su gobierno acordó extender el vencimiento del SWAP en favor de Argentina por un monto de 5 mil millones de dólares hasta julio de 2026.
De modo que los camaradas chinos han sido más diligentes para asistir al mandatario libertario, que el FMI. También lo han sido, como se podrá apreciar, en su avance económico por Suramérica. Xi espera el arribo de Trump con el mencionado regalo portuario.
En esta historia hay un aspecto sorprendente y casi inexplicable: Perú ha logrado sacar este proyecto adelante en los mismos ocho años en que ha tenido siete presidentes. Un divorcio casi perfecto entre la economía y la política.
Con información de Al Navío