Pese a las recientes excarcelaciones que sucedieron en Venezuela el pasado fin de semana, el régimen de Nicolás Maduro mantiene arrestados a miles de opositores.
En los últimos meses, decenas de personas que sufrieron prisión en Venezuela han hablado sobre las torturas de las que fueron víctimas mientras estuvieron detenidas en El Helicoide y la sede de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM).
Cifras del Foro Penal Venezolano revelan que en los últimos 10 años casi 18 mil personas han sido arrestadas por oponerse al régimen. Muchos de ellos aseguran haber sufrido diferentes métodos de tortura.
Las cárceles políticas en Venezuela son «el infierno en la tierra» dice Nixon Leal, quien estuvo preso en la sede de la DGCIM.
«Quedé desnudo, me esposaron las manos hacia atrás y lo primero que recibo es un golpe en el estómago. Me toman del cuello y me tiran contra la pared», rememora Leal
Villca Fernández, quien estuvo dos años y siete meses preso en El Helicoide, recuerda que al entrar a la prisión le dicen: «Bienvenido al infierno».
«No hay posibilidad de estar encerrado en El infierno y no ser torturado», asegura Fernández. Los métodos son varios: descargas eléctricas, golpes, asfixia.
«Estuve colgado durante un mes de una mano en una reja en un pasillo rodeado de ratas. Pude ver cómo se le mete corriente a una persona en los testículos», afirma.
Las víctimas de tortura en Venezuela coinciden en que lo peor ocurre en las primeras 48 horas luego del arresto.
«Cada cindo días me sacaban del calabozo, me llevaban a la oficina y eso era una tanda de golpes, desnudo», dice Leal.
«Una vez me agarraron unos quince funcionarios y me dieron una golpiza, luego me cargaron por los brazos y piernas», dice Fernández.
Estos presos políticos sobrevivieron en calabozos muy pequeños, celdas de dos por tres metros, pero había otras celdas más pequeñas en las que eran castigados y solo podían permanecer de pie.
«Nos obligaban a defecar ahí, delante de 60 personas», recuerda Fernández.
El Helicoide y la sede de la DGCIM son señalados como los centros de tortura más grande de América Latina.