Rumanía votará mañana en unas elecciones legislativas marcadas por la incertidumbre política y las sospechas de injerencia rusa en los comicios presidenciales de hace una semana, con las fuerzas ultranacionalistas como posibles grandes beneficiadas en las urnas.
Estas legislativas quedaron ensombrecidas por el inesperado triunfo en la primera vuelta presidencial del ultra prorruso Calin Georgescu, quien logró un sorprendente 23 % de los votos, muy por encima del 6 % que le otorgaban las encuestas.
El caos político tras las presidenciales
Apenas conocido, Georgescu, apoyado por una sofisticada estrategia en TikTok que alcanzó cientos de millones de visualizaciones, declaró no haber gastado fondos en su campaña, lo que levantó sospechas de financiación ilegal e interferencias extranjeras.
Ante estas dudas, el Tribunal Constitucional ordenó un nuevo recuento de los 9,4 millones de votos emitidos, desencadenando una tormenta política y fuertes críticas incluso de los partidos proeuropeos de centroderecha.
Rumanía, hasta hace poco un bastión de estabilidad en la región del Mar Negro y un aliado clave de la OTAN en la ayuda occidental a Ucrania, se encuentra ahora sumida en una inédita situación de caos político y desconfianza en las instituciones.
El país de 19 millones de habitantes ha estado gobernado desde 2021 por una gran coalición entre socialdemócratas (PSD) y el centroderecha (PNL), las dos formaciones que han monopolizado el poder en las últimas décadas.
Las tensiones ideológicas dentro de la coalición, especialmente entre las bases del PNL, una formación que durante años había criticado la corrupción y el nepotismo socialdemócrata, unido a la inflación y una persistente desigualdad han alimentado un voto protesta que beneficia a la ultraderecha.
Además, la situación de desconfianza en las instituciones y de incertidumbre por el nuevo recuento impulsan más a esas formaciones, que prometen cambios radicales.
AUR y el auge ultra
Ese escenario beneficia a la nacionalpopulista Alianza por la Unión de los Rumanos (AUR), que, según una encuesta, podría vencer con un 22,4 %, superando ligeramente al gobernante Partido Social Demócrata (21,4 %).
Otras dos formaciones ultras, las más radicales S.O.S. y el Partido de la Juventud, se quedarían cerca de entrar en el parlamento con un 4,6 % de intención de votos, pero sin superar el umbral necesario del 5 %.
Las encuestas en Rumanía suelen ser poco fiables, ninguna predijo la victoria de Georgescu en las presidenciales y hasta hace poco daban al PSD una cómoda victoria en las presidenciales y en las legislativas con hasta el 30 % de los apoyos.
George Simion, líder de AUR, ha buscado moderar su discurso en los últimos meses, distanciándose de pasadas posturas antivacunas y presentándose como un defensor de la soberanía y los valores tradicionales. Sus grandes referentes políticos son Donald Trump y Giorgia Meloni.
Sin embargo, el partido mantiene una agenda irredentista que aboga por la unificación con Moldavia -Simion tiene prohibida la entrada a ese país y a Ucrania- y un marcado escepticismo hacia la Unión Europea. También ha prometido que eliminará la ayuda militar a Ucrania si llega al poder.
A la movilización del voto nacionalista puede ayudar que la votación coincide mañana, 1 de diciembre, con el Día Nacional de Rumanía, en el que se prevé también un desfile militar en el centro de Bucarest.
Debilidad de los proeuropeos
La situación entre los partidos tradicionales es de debilidad, tanto el PSD como el PNL tienen direcciones interinas después de la dimisión de sus líderes por su fracaso en las elecciones presidenciales.
Ante esa situación, el beneficiado entre las formaciones proeuropeas puede ser la Unión Salvar Rumanía (USR), un partido de centro, nacionalista y con ciertos tintes populistas. La líder de la formación, Elena Lasconi, quedó en segunda posición en la primera vuelta presidencial con el 19 % de los votos.
«Además de AUR también el USR, el partido de Lasconi, podría ganar más apoyo entre los votantes del PNL. Esto significa que los partidos antisistema, tanto AUR como USR, independientemente de su orientación política, podrían aprovechar la situación», explica a EFE el politólogo Cristian Pirvulescu.
Las elecciones se celebrarán con una especial vigilancia de las fuerzas de seguridad, que ya detectaron la pasada semana ataques cibernéticos durante las elecciones presidenciales.
El Consejo Supremo de Defensa (CSAT), aunque no especificó el origen concreto de esos ataques, señaló: «Rumanía, junto con otros Estados del flanco oriental de la OTAN, se ha convertido en una prioridad para las acciones hostiles de algunos actores estatales y no estatales, en particular la Federación Rusa».
Con información de EFE