Comienza un nuevo pulso. Los venezolanos retomaron ayer las protestas contra el régimen chavista a falta de 40 días para la juramentación presidencial del 10 de enero. Desde muy temprano, emigrantes repartidos por todo el planeta pintaron sus caras de rojo con lápiz de labios, el «arma» elegida por los demócratas para ironizar contra la conspiranoia multiplicada de la corte de Nicolás Maduro, que ha activado sus alarmas rojas como en sus peores momentos.
Por El Mundo
Para demostrar que van muy en serio, el «hijo de Chávez» ordenó el sábado que se pusiera en marcha la Gran Jornada de Entrenamiento Nacional para la Defensa Integral de la Patria, la mejor forma de verificar la movilización general de militares, policías, paramilitares y milicianos anunciada por el gobierno. También forzaron una marcha de simpatizantes en Caracas con dinero público, que sin mayor entusiasmo recorrió los habituales territorios oficialistas.
«Los venezolanos dentro y fuera del país nos dirigimos a la Corte Penal Internacional (CPI) para que se haga justicia. Comienza el tiempo de Adviento, la preparación para un nuevo comienzo», avanzó María Corina Machado en uno de sus llamamientos al país. «El Caso Venezuela I debe avanzar a las próximas etapas. (El régimen) viola no sólo nuestra Constitución, sino cualquiera regla de Derecho Internacional», precisó Delsa Solórzano, presidenta de Encuentro Ciudadano e integrante de la cúpula opositora. Varios de los miembros de la directiva de la Plataforma Unitaria Democrática están encarcelados, como Freedy Superlano (líder de Voluntad Popular en el país) y el ex alcalde de Convergencia Biagio Pilieri.
Indiferentes al repudio, fuerzas chavistas volvieron a actuar horas antes del inicio de la protesta mundial, al forzar el segundo acoso al hogar de la madre de Machado, de 84 años. «Volvieron a casa de mi mamá esta noche. Cobardes», se quejó la líder opositora de forma amarga.
Sus seis colaboradores principales también sufren el asedio de los agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) desde hace nueve días en torno a la Embajada de Argentina en Caracas. Sin electricidad y sin agua, sin la posibilidad de acceso a comida y a agua potable, como si se tratara del sitio contra una ciudad medieval. El agua potable en el interior de la legación diplomática, que estaba racionada, está a punto de acabarse.
«Las cosas hay que llamarlas por su nombre. Lo que ocurre hoy en la Embajada Argentina de Caracas, bajo protección de Brasil, es tortura en territorio argentino. Nuestros compañeros permanecen aislados, sin agua, sin luz y rodeados por fuerzas del régimen que intensifican el acoso», denunció ayer la propia María Corina Machado.
Dirigentes opositores y activistas de derechos humanos realizaron ayer un llamamiento urgente al nuncio apostólico en Caracas y a la Cruz Roja para que abastezcan de agua a los asediados y restablezcan también los servicios públicos.
Ese mismo asedio lo sienten de forma más cruel los 1.903 prisioneros políticos que sufren las condiciones inhumanas de la dictadura venezolana. Sus familiares, que encabezan una cruzada por su liberación, volvieron a convocar ayer a vigilia por su liberación. Hasta 12 presos políticos de la cárcel de Tocuyito intentaron quitarse la vida para acabar con la tortura que sufren, denunciaron familiares durante el encuentro en Caracas.
Y no son los únicos bajo acoso. El terror multiplicado de la revolución ha obligado no sólo a Machado a cobijarse en un lugar seguro y a Edmundo González Urrutia a exiliarse en Madrid. Dirigentes opositores de primera, segunda y tercera línea y parte del ejército ciudadano que protegió las urnas el 28 de julio se han visto obligados a huir del país, a esconderse o a mantenerse en silencio para evitar males mayores. Una cárcel gigantesca con distintos grados de castigo.
Contra este estado de terror protestaron venezolanos en Melbourne, Tokio, Atenas, Montevideo, Barcelona, La Haya, Bruselas, Amsterdam, Zagreb, Estocolmo, Mar de Plata y muchas otras ciudades. Todos ellos quieren que la CPI acabe el interminable periodo de investigación y exija la detención de Nicolás Maduro, señalado junto a generales y jerarcas por crímenes de lesa humanidad, desde ejecuciones extrajudiciales hasta torturas y violaciones, sin olvidar las detenciones arbitrarias y las desapariciones forzosas.
«Ya basta, no más niños sin padre», se leyó durante horas en una pared del estado de Falcón, una de las cientos y cientos de pintadas que gritan por todo el país. La represión salvaje del chavismo ha maniatado de momento a la gente, que huyó de grandes concentraciones para protestar en espacios reducidos o en las redes sociales. En la Venezuela de después de las elecciones, un meme contra Maduro te puede llevar a una espiral de cárcel y violencia del Estado.
«Aquí Edmundo ganó, Maduro fuera», «Ya el pueblo habló, fuera el usurpador», «Edmundo presidente», «Ganó Venezuela»… Grafitis cortos y contundentes, que proliferaron en la protesta activada de las últimas horas y que Maduro volvió a desconocer y vilipendiar, metido en un bucle de insultos y amenazas contra ambos líderes.
«El que no quiere ayudar que por lo menos no joda», divagó Maduro, que llamó «tóxica» a Machado y «tóxico borrachón que vive en Madrid» al candidato que le aplastó en las urnas.
«Lo ocurrido hoy es importante, así se mantiene viva una aspiración legítima de los venezolanos de justicia y cambio, para ellos y para todo el mundo. Algunos países quieren hacerse los ciegos y eso es inaceptable. Con estas protestas se mantienen en agenda temas cruciales», resumió para EL MUNDO el analista Miguel Velarde.
«¿Y en adelante? Vamos a ver más pronunciamientos en la región y en el mundo, con especial foco en EEUU. El posicionamiento de todos ellos es clave, también cómo se mueve el liderazgo de Machado y Edmundo en ese tablero», sentenció Velarde.