Exiliado en Madrid, González Urrutia confía en que «la presión internacional» doblegue a Maduro, no cree que «se atreva a detener a María Corina», defiende su negociación en la Embajada de España con Delcy Rodríguez y ya está en contacto con Trump
Por Eduardo Pinelli / El Debate
Con más de 7 millones de votos mostrados en actas oficiales del escrutinio y tras 25 años de socialismo en Venezuela, Edmundo González Urrutia, derrotó a Nicolás Maduro el pasado 28 de julio. Sin embargo, por una paradoja del Socialismo del Siglo XXI, el presidente electo venezolano se encuentra en el exilio en Madrid, mientras Nicolás Maduro se apresura a protagonizar otra sesión de investidura presidencial el próximo 10 de enero en Caracas.
Con tono pausado, propio de su formación diplomática, González Urrutia, de 75 años, describe en esta entrevista a El Debate, —primera a un periódico español—, las circunstancias de su exilio, sus expectativas de regreso a Venezuela, los márgenes de una posible negociación para la transición y por supuesto, su sensación ante otra paradoja: estar exiliado en un país donde todavía no le reconocen como presidente electo, como sí lo hacen ya EE. UU. Reino Unido, Francia e Italia, entre otros.
— ¿Quién manda en realidad dentro de la dictadura de Venezuela?
— El gobierno está partido en varias facciones. No me cabe duda de que [Diosdado] Cabello es un hombre fuerte del régimen, que tiene mucho que ver con las acciones que se toman en el gobierno, así como también el generalato de las Fuerzas Armadas.
No quiero saber de golpes de Estado, lo que quiero es respeto al resultado elctoral
— ¿Ve posible un golpe de Estado de las Fuerzas Armadas para derrocar a Maduro?
— Yo no quiero saber de eso. Yo fui elegido por el voto de los venezolanos y eso es lo que quiero que se haga respetar: el resultado de las elecciones.
— Precisamente los militares fueron testigos de su triunfo electoral.
— No solo fueron testigos, en todas las instalaciones militares donde hubo un centro electoral de votación gané yo. Eso te quiere decir hasta qué punto ellos tiene claro lo que pasó en realidad.
— Sin embargo, el régimen ha impuesto otra realidad: La reelección de Maduro
— Esa ha sido la eterna lucha con el régimen. Ellos tratan de imponer su discurso. Sus líneas de acción que por lo general no van de la mano de la corriente mayoritaria. En este caso está muy claro que el 28 de julio hubo un vencedor que no tiene lugar a dudas. Fueron más de 7 millones de venezolanos que optaron por la fórmula que yo representaba. Con una advertencia: si se hubiese permitido el voto en el exterior, esa cantidad habría sobrepasado los 8 millones.
— ¿Cómo piensan obligar a Maduro a aceptar ese resultado electoral?
— La transición se va a dar en algún momento, más temprano que tarde. Y esa situación pasa porque el gobierno reconozca que perdió unas elecciones, que hubo cerca de 8 millones de venezolanos que votaron por mi candidatura y que esa es la realidad política. El país no puede seguir en una situación como la que estamos ahora, donde la mayoría se opone a la candidatura o al régimen de Maduro. Nosotros estamos propiciando una nueva realidad política en donde todos podemos caber, incluido el chavismo.
— ¿Cuál es el punto de quiebre para que el régimen acepte entregar el poder?
— La presión internacional es el único camino que puede forzar al régimen de Maduro a negociar o a entender que su tiempo ya pasó.
La presión internacional es el único camino que puede forzar a Maduro a negociar
Maduro tenía una alianza, una relación muy cercana con el presidente Lula. Este le había advertido, en varias ocasiones, que ese no era el camino y él lo había entendido. En apenas unos meses —aunque por tiempo limitado— logró que rectificara. Por eso, no descarto que esto vuelva a suceder. Gustavo Petro [presidente de Colombia] también podría ejercer cierta influencia en Maduro porque tiene una afinidad ideológica muy firme.
— ¿Los países vecinos de Venezuela deberían de actuar más rápido y con mayor firmeza?
— La realidad política internacional camina a unos tiempos que dictan las circunstancias. No es lo que uno desea sino el ritmo que toman las cosas. Yo hubiera deseado que fuera mucho más activo y que la comunidad internacional hubiera reaccionado con mayor fuerza, pero esa es la realidad.
— Mientras tanto, ¿Cómo detener la maquinaria represiva del régimen?
— Denunciar cuantos desmanes haya, denunciar la deriva dictatorial, denunciar los excesos del gobierno… Todas esas cosas son las que hay que hacer permanentemente. Esa es la presión democrática a la que yo me refiero.
— ¿Una orden de captura de la Corte Penal Internacional contra Maduro podría ayudar?
— No me atrevo a emitir opiniones sobre situaciones hipotéticas, pero evidentemente que eso daría pie a que se ejerza más presión contra el régimen.
— ¿Está dispuesto a negociar la transición con figuras acusadas de crímenes de lesa humanidad?
— Esas son cosas que se superan en función del bien, en función del objetivo final que es lograr una transición. Nosotros estamos comprometidos con una transición en paz, que es lo que estamos promoviendo y es lo que estamos buscando. Nuestra aspiración es que sea así.
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