Con la caída del régimen de Bashar Al Assad, la capital siria, Damasco, comienza a recuperar algo de normalidad. Los bancos reabrieron sus puertas, las tiendas volvieron a operar y las calles muestran una menor presencia de hombres armados.
Equipos de limpieza trabajan para despejar la ciudad mientras los habitantes buscan retomar su vida diaria.
En paralelo, Israel ha intensificado sus ataques aéreos en Siria, alcanzando más de 480 objetivos estratégicos en las últimas 48 horas. Entre los blancos figuran arsenales, lanzadores y posiciones de tiro en Damasco, Homs, Latakia, Tartus y Palmira.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) señalaron que 130 de estos ataques se realizaron en apoyo a operaciones terrestres, buscando debilitar las capacidades militares restantes del antiguo régimen y otros actores en el conflicto.
Desde el derrocamiento de Al Assad, Ahmed al-Sharaa, líder del grupo rebelde Hayat Tahrir al Sham (HTS), se ha posicionado como una figura clave del nuevo régimen. En declaraciones a Sky News, al-Sharaa, también conocido como Abu Mohammed al-Jolani, aseguró que Siria busca reconstruirse y que la comunidad internacional no tiene motivos para temer.
“El mundo no tiene nada que temer del nuevo régimen sirio”, afirmó.
En el noreste del país, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) y los rebeldes apoyados por Turquía alcanzaron un alto el fuego en Manbij tras intensos combates que dejaron más de 200 muertos, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
El acuerdo, mediado por Estados Unidos, busca proteger a los civiles y poner fin a los enfrentamientos en esta estratégica región.
Con información de Infobae