Una delegación del más alto nivel del Departamento de Estado se encuentra en Damasco para entrevistarse con las nuevas autoridades del país, tras la caída del régimen de Bashar al Assad. Según informa la ‘BBC’, es la primera visita norteamericana a la capital siria en más de una década, y en el orden del día figura la retirada del grupo yihadista suní HTS (Hayat Tahrir al Sham) de la lista de organizaciones terroristas mundiales, a cambio de que incluya en el nuevo Gobierno de Damasco a las otras minorías del país. En particular a la minoría chií -a la que pertenece la familia de los Assad-, que ahora teme una ola represiva, y a la minoría cristiana.
La otra gran minoría de Siria es la de etnia kurda, pero esta se encuentra atrincherada en su feudo en el noreste de Siria, solo amenazada -hasta ahora- por los grupos armados pro-turcos y por el Gobierno de Erdogan.
Los islamistas de HTS, que dirige el joven y astuto Ahmed al Sharaa, se presentan desde su llegada al poder como un movimiento reconvertido y moderado, que solo pretende «reconstruir el país» después de trece años de guerra civil. La petición de Al Sharaa, primero a los europeos que se entrevistaron con él la semana pasada y ahora a los norteamericanos, es que el mundo restablezca relaciones con Damasco y se levanten las sanciones internacionales contra Siria. El carácter anti-norteamericano y anti-europeo del país estaba condicionado por la alianza que tenía la dictadura laica de los Assad con Rusia y con Irán.
Según ha señalado, «estas fuerzas adicionales se consideran fuerzas rotativas temporales –de 30 a 90 días– que se despliegan para cumplir con los requisitos cambiantes de la misión
En sus contadas entrevistas con la prensa, Al Sharaa ha subrayado que su movimiento islamista -antigua filial siria de Al Qaida- «no es un peligro para el mundo», porque no va a promocionar la ‘guerra santa’ global, innata en el yihadismo. Con la llegada al poder, el nuevo líder sirio ha cambiado súbitamente de rumbo pese a lo que muestre su trayectoria. El cabecilla islamista se estrenó -siendo veinteañero- con los grupos yihadistas que lucharon en Irak contra las tropas de Estados Unidos, y luego regresó a su tierra para hacer lo mismo contra los Assad.
En sus declaraciones a la prensa occidental, Al Sharaa rechaza la comparación con Afganistán. En este país, el regreso al poder de los talibanes -islamistas suníes como HTS- se hizo igualmente con la condición de que no exportaran el terror yihadista fuera de sus fronteras. El islamismo en Afganistán, como ahora probablemente en Siria, solo será, por tanto, un peligro para sus propios compatriotas. Con matices. A diferencia de los talibanes, Al Sharaa afirma, por ejemplo, que es partidario de que las mujeres puedan seguir estudiando en la nueva Siria.
El líder de Damasco no tendrá dificultad en convencer a los norteamericanos de la necesidad de ser rehabilitado, pero todavía no puede garantizar el control mientras no logre desmilitarizar a una galaxia de grupos rebeldes que aún perviven después de una década de guerra.
Con información de ABC DE ESPAÑA