Las autoridades panameñas trasladaron por mar a un grupo de 109 migrantes de diversas nacionalidades hasta una población del Caribe panameño, fronteriza con Colombia, para que continúen su viaje de retorno hacia Suramérica, después de no lograr su objetivo de asentarse en Estados Unidos tras el endurecimiento de las políticas migratorias por parte de la Administración de Donald Trump.
El Servicio Nacional de Migración (SNM) del país centroamericano informó este martes en un comunicado que el traslado desde el puerto caribeño de Colón hasta La Miel se hizo en una embarcación del Servicio Nacional Aeronaval (Senan) de Panamá, «como parte del operativo de flujo inverso» de migrantes.
La embarcación «zarpó con migrantes de 9 nacionalidades, entre ellos 75 adultos y 34 menores«, señala la breve información oficial, destacando el «compromiso interinstitucional con una migración segura y humanitaria en el flujo inverso».
Una fuente conocedora del proceso, que pidió el anonimato, explicó que la embarcación zarpó el lunes, y que muchos de esos migrantes se habían acogido a la opción del flujo inverso a su llegada al Centro de Atención Temporal para Migrantes (Catem) en Costa Rica, donde se coordinó el traslado con las autoridades panameñas.
Esos migrantes son enviados en autobuses desde Costa Rica hasta un albergue cerca de la selva de Darién, fronteriza con Colombia y que muchos de ellos habían cruzado ya antes a pie cuando se dirigían a Estados Unidos. Sin embargo, el camino de retorno por la jungla no es posible, y por eso se habilitan las embarcaciones.
Hasta ahora, lo más común había sido que los migrantes tomaran embarcaciones privadas en el puerto caribeño de Miramar, para desde ahí navegar hasta La Miel, cerca de Colombia.
Los pasajes estaban entre los 150 y los 260 dólares, según se viajase en un barco de mayores dimensiones (más lento y barato), o en una lancha (más cara y rápida), un costo elevado que impedía a muchas familias migrantes continuar su viaje, al no disponer de esa cantidad, quedándose varados en Panamá mientras reunían el dinero.
Sin embargo, en la embarcación del Senan los migrantes hacen «un aporte mínimo» para el viaje, según explicó la fuente, convirtiéndose así en una alternativa más factible para estas personas de bajos recursos, muchos de ellos con meses en la carretera tras un camino de ida y vuelta desde Suramérica.