Con la llegada a Venezuela de 252 connacionales que permanecían recluidos en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) en El Salvador los migrantes empiezan a hablar del trato que recibieron en el centro de máxima seguridad.
«Golpes de desayuno, almuerzo y cena”, resumió uno de los rescatados al describir la brutalidad sufrida, una frase que se ha convertido en símbolo de denuncia sobre las condiciones extremas que habrían vivido en el Cecot.
Los retornados aseguran que fueron víctimas de constantes agresiones físicas, aislamiento total sin comunicación con sus familias y condiciones insalubres que atentaron contra su integridad física y mental, según el reporte de Globovisión.
Denunciaron que, durante su confinamiento, no tenían acceso a agua potable ni a colchones para dormir. “El agua con que nos bañábamos, la tomábamos; no nos daban agua refrigerada (…) dormíamos en una lata, no nos daban colchones; si nos bañábamos, nos daban palo”, relataron algunos de los repatriados.
Además, revelaron que los custodios del Cecot aplicaban represalias tras cada visita de organismos internacionales como la Cruz Roja. “Cuando venía la Cruz Roja nos montaban un protocolo, pero cuando se iban, nos quitaban todo”, dijeron.
Uno de los venezolanos incluso denunció haber recibido un disparo en el rostro durante su reclusión, mientras otros aseguraron haber sido víctimas de maltrato psicológico e hidratación forzada sin controles médicos, reseña Versión Final.
Estas revelaciones, tras su repatriación, reabren el debate sobre las condiciones carcelarias en El Salvador y demandan atención internacional sobre los mecanismos que permitieron las presuntas violaciones de derechos humanos.