Edmundo González Urrutia recibe al diario español El Mundo en su casa temporal: un piso sobrio y luminoso en un barrio exclusivo de Madrid. Su equipo de comunicación asegura que es la primera vez que un medio lo visita en su hogar. A su ventana no llegan las guacamayas como lo hacían en Caracas, pero los 25 grados de este jueves le prestan por un día el agradable clima de su tierra.
En su salón, decorado con discreta elegancia y muchas plantas, lucen los premios acumulados en casi 11 meses de exilio forzado. Pero él no presume de distinciones. Su mayor orgullo está enmarcado en retratos familiares: «¿Conoces a las niñas de Carolina [su hija menor]? Son ellas», dice con ojos sonrientes. «Y ellos son mis otros nietos, los hijos de Mariana [su hija mayor]».
El próximo lunes 28 de julio se cumple un año de las elecciones presidenciales. Un año desde que 7.443.584 ciudadanos votaran por González Urrutia. Un año desde que el equipo de María Corina Machado demostrara una victoria de más de cuatro millones de votos sobre el chavismo.
Aunque no fue quien se juramentó el 10 de enero, González lleva 12 meses siendo llamado «presidente» por compatriotas y algunos líderes internacionales. «No soy un hombre que se engolosina con esas cosas», admite, «pero es un reconocimiento al esfuerzo que hemos hecho durante años». Para conmemorar el aniversario, él hace un repaso del año más convulso de su vida, en el que caben mil vidas más.
González de 75 años, nacido en La Victoria (estado Aragua), tiene un mensaje para aquellos que se rehúsan a reconocerlo como presidente electo: «Que vean las actas. Los resultados están muy claros». Las evidencias de su éxito están custodiadas en el Banco Nacional de Panamá, a donde él mismo las llevó a principios de enero para resguardarlas. Allí los documentos esperan mientras se resuelve su destino político y legal, así como también espera él en Madrid.
A la capital española llegó inesperadamente, junto a su esposa Mercedes López, el 8 de septiembre de 2024. Allí solicitó asilo político. Previamente, estuvo 37 días resguardado en la embajada de Países Bajos en Caracas. El Ministerio Público le citó hasta en tres ocasiones para declarar. No acudió a ninguna. Finalmente, la Fiscalía emitió una orden de detención en su contra, acusándolo de usurpación de funciones, conspiración, instigación a desobedecer leyes y otros delitos más.
Un año después el político insiste en que seguirá trabajando para asumir el rol para el que fue elegido. «Esa es la meta, ese es el objetivo». ¿Dónde se ve para el 28 de julio de 2026? «En Caracas, como presidente», responde sonriente, confiado y sin titubear. Edmundo González tiene una nueva oportunidad, de 12 meses, para cumplir su promesa de destronar a Maduro y consagrarse como el máximo mandatario de Venezuela para 2026.
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