Güiria y Cumaná son dos poblaciones de pescadores en el estado venezolano de Sucre (noreste) separadas por apenas 262 kilómetros, pero, a pesar de la corta distancia que las separa, la percepción de miedo no es igual en ambos lugares y la dinámica económica ha sido afectada de distintas formas tras el despliegue naval de EE.UU. en el mar Caribe, cerca de las costas de este país.
En Güiria -a pocos kilómetros de Trinidad y Tobago y donde se denuncia la presencia de grupos del narcotráfico-, las embarcaciones estadounidenses han generado miedo y modificado la económica local, según pescadores y comerciantes consultados por EFE, mientras que en Cumaná dicen que su faena se ha perjudicado, pero por falta de gasolina.
Desde el pasado 2 de septiembre, cuando se conoció el primer ataque de Estados Unidos a una lancha en el mar Caribe, bajo el argumento de luchar contra el narcotráfico, Güiria empezó a sufrir en su actividad económica. Informaciones no confirmadas por las autoridades indicaron que al menos tres de los once muertos en esa explosión eran habitantes de esa comunidad.
El comercio no formal de productos como alimentos, ropa y calzado está paralizado por el miedo de los lugareños a salir en embarcaciones hacia Trinidad y Tobago, lo cual ha disminuido el ingreso de divisas a esta zona.
Morir en el mar
«Ya no están saliendo embarcaciones hacia Trinidad, ni siquiera de migrantes. Hay miedo de que ocurra una explosión y mueran», comentó un comerciante bajo condición de anonimato.

La migración ha sido habitual desde hace años hacia la isla, ubicada a solo once kilómetros de la costa más cercana de Venezuela. Habitantes de Güiria aseguraron a EFE que, antes de septiembre de 2025, alrededor de seis embarcaciones zarpaban de forma semanal a Trinidad y Tobago, pero en los últimos dos meses esa cifra se redujo a cero.
La paralización del zarpe es inédita en Güiria, ya que el tránsito de lanchas se mantuvo aun después de un naufragio ocurrido en diciembre de 2020, en el que perdieron la vida 33 personas y ocho quedaron desaparecidas, todos al parecer migrantes.
Represalias
Tras el ataque de EE.UU. en septiembre pasado, en esa población reportan mayor presencia de agentes policiales y militares, incluso un local aseguró haber identificado a funcionarios vestidos de civiles.
Esta persona dio fe de que en el pueblo se sabe que entre quince y veinte de las víctimas mortales en ataques de Estados Unidos contra embarcaciones son oriundos de Güiria y pueblos cercanos, pero evitan hacer comentarios en público por miedo a represalias.
Numerosos lancheros se sumaron el mes pasado a ejercicios militares realizados en el mar por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), en respuesta a la movilización estadounidense, que incluyó esta semana ejercicios militares con Trinidad y Tobago rechazados por Caracas.
El pasado 13 de septiembre, el canciller venezolano, Yván Gil, denunció que un «destructor» de Estados Unidos había abordado, un día antes y durante ocho horas, una embarcación con nueve pescadores que se encontraba en aguas de Venezuela, «a 48 millas náuticas de la isla de La Blanquilla», ubicada al norte del territorio insular Margarita.
Los pescadores, sin miedo
En Cumaná, la capital de Sucre, la situación es distinta. Varios pescadores consultados por EFE aseguran no tener miedo por el despliegue naval de Estados Unidos para cumplir su faena, pero dijeron que sus actividades se han visto afectadas por la falta de gasolina, el deterioro de los motores de sus lanchas y la ausencia de créditos -disponibles hasta 2013, según recuerdan- para hacer reparaciones.

Si bien el Gobierno otorga combustible subsidiado para los lancheros, dijeron los pescadores, esto solo lo hace una vez cada mes y medio o dos meses. Además, aseguraron que la cantidad que les suministran solo alcanza para dos días de faena, cuando al mes trabajan entre quince y veinte.
Por tanto, los pescadores, dijeron también bajo condición de anonimato, que compran gasolina dolarizada -0,50 centavos por litro, el precio regular en el país- y han tenido que cambiar su modalidad de trabajo para economizar el combustible, ya que algunos hacen viajes más largos en el mar según el tipo de producto que buscan.
«La pesca es una aventura»
Un pescador declaró a EFE que por cada día de trabajo obtiene de ganancia entre diez y quince dólares y sale a pescar tres veces por semana, por lo que percibe alrededor de cuarenta dólares semanales. Así mismo, señaló que se debe invertir alrededor de cuarenta dólares por sesenta litros de gasolina para tres o cuatro días de pesca.
De modo que este trabajador, al igual que otros, apuesta por los buenos días de pesca, cuando halla productos más costosos, como atún y langosta.
«Desde el punto de vista económico no es rentable. Porque la pesca es una aventura. Si al mes se trabajan veinte días, de esos son solo cinco o siete días son efectivos de pesca. El pescador sale a trabajar confiando en que va a buscar el pan», indicó a EFE un segundo lanchero, quien también prefirió no exponer su nombre.













