Trinidad y Tobago, principal exportador de gas natural licuado (GNL) de América Latina, enfrenta una creciente necesidad de gas metano y su única alternativa viable en el mediano plazo parece ser Venezuela. Sin embargo, el Gobierno venezolano ordenó la suspensión de los acuerdos energéticos con la isla, lo que podría alterar la cooperación bilateral.
Así lo explicó a la agencia EFE el economista Francisco Monaldi, director del Programa de Energía para América Latina de la Universidad Rice, en Houston, quien aseguró que el país caribeño está “desesperado” por conseguir gas y que su única salida temporal “es Venezuela”.
Impacto limitado en el corto plazo
Monaldi matizó, sin embargo, que el efecto inmediato de la suspensión de los acuerdos “no es particularmente relevante”, debido a que “ambos países no están explotando gas en conjunto” actualmente.
De acuerdo con el economista, la decisión venezolana podría no implicar una ruptura definitiva. “Pudiera ser que solo se congelen (poner en pausa), pero no se cancelen (formalmente)”, señaló.
Los proyectos afectados contemplan la explotación conjunta de gas y la construcción de infraestructura energética, pero aún no generan ingresos. “Igual, es difícil imaginar que esos proyectos se desarrollaran en el corto plazo, incluso licenciados (por Estados Unidos)”, añadió Monaldi.
Trinidad necesita gas
El especialista explicó que Trinidad y Tobago depende del gas para sostener su industria petroquímica y de aluminio, sectores clave de su economía. “Su única verdadera solución en los próximos cuatro años es el gas de Venezuela o buscar este recurso en su propio territorio”, afirmó.
En septiembre pasado, Estados Unidos y Trinidad y Tobago reafirmaron su compromiso de impedir que el gas producido en el Caribe “no beneficie significativamente” al Gobierno de Nicolás Maduro. Paralelamente, la primera ministra trinitense, Kamla Persad-Bissessar, anunció su intención de fortalecer vínculos energéticos con Guyana, Granada y Surinam.
No obstante, Monaldi considera poco probable que esos países puedan suplir el déficit de gas trinitense: “Sería necesario construir un gasoducto, una obra de alto costo que además debería atravesar aguas territoriales venezolanas”, advirtió.
Política y tensiones en el Caribe
Desde su llegada al poder en mayo, Persad-Bissessar ha mostrado cautela frente a Caracas. La primera ministra manifestó su decisión de no profundizar los lazos energéticos con Venezuela, país que recientemente la declaró “persona non grata” tras autorizar ejercicios militares estadounidenses en su territorio, en medio de un clima de tensión por el despliegue naval de Washington en el Caribe.
En septiembre, la mandataria declaró “muerto” el proyecto del campo gasífero Dragón, situado en aguas venezolanas cerca de la frontera marítima con Trinidad y proyectado para suministrar gas en 2027. Este plan había sufrido años de retraso por las sanciones impuestas por Estados Unidos que restringen las exportaciones venezolanas.
Pese a ello, un mes después, Washington autorizó a Trinidad y Tobago a desarrollar el campo Dragón, reabriendo la posibilidad de cooperación energética.
Vínculo estratégico condicionado por la geopolítica
Para Monaldi, tanto Caracas como Puerto España tienen incentivos para mantener vivos los proyectos gasíferos compartidos, pero advierte que deberán sortear obstáculos significativos.
A su juicio, la continuidad de estos acuerdos dependerá de cómo evolucionen las tensiones por la presencia militar estadounidense en el Caribe y las sanciones vigentes contra Venezuela, factores que complican cualquier intento de integración energética en la región.
Con información de SWI swissinfo.ch / EFE.













