Caiden John, joven indígena de Nevada, está emocionado por su primer voto en las presidenciales de Estados Unidos. Pero no esconde su insatisfacción con la poca atención que su comunidad recibe de los políticos y el gobierno.
«Lamentablemente, no sé si realmente nos están prestando atención», dice John, del pueblo Paiute de Pyramid Lake, que se extiende por varios condados del noroeste de Nevada.
«Seguimos siendo la minoría más pequeña en nuestro país», dijo el joven de 18 años.
A cien años de que se les reconociera la ciudadanía estadounidense, y tras haber sido decisivos en elecciones como las de 2020, los indígenas dicen sentir menos entusiasmo de cara a las presidenciales del 5 de noviembre que en comicios anteriores.
La candidata demócrata Kamala Harris ni su rival republicano Donald Trump visitaron la reserva, algo que les causa decepción.
«Nos enfada, porque si quieres el voto nativo en Nevada… son como 60.000 votos. ¿Lo quieres o no? Porque si lo quieres, será mejor que vayas a una reserva y digas: ‘aquí estoy’», comenta John.
Ese sentimiento de abandono es palpable en otros lugares.
Aunque Alicia Paul, de la nación Navajo, en Arizona, ve con buenos ojos la actual administración demócrata, no niega que falta camino.
«En muchos sentidos, nuestros derechos están en un segundo plano (…) definitivamente se siente como que no estamos siendo escuchados».
La visita de Joe Biden el viernes a la reserva indígena del río Gila, en Arizona, puede servir para calibrar esa frustración.
El presidente presentó una disculpa histórica por lo que denominó uno de los «capítulos más oscuros» del país, en el que los niños de pueblos nativos americanos fueron apartados de sus familias e internados en escuelas públicas.
Durante más de un siglo y medio, hasta la década de 1970, un programa de asimilación forzosa provocó el abuso físico, psicológico y sexual de numerosos niños, así como la muerte de casi un millar.
«Sé que ninguna disculpa puede o podrá compensar lo que se perdió durante la más oscura política de internados federales», expresó Biden. Pero «hoy finalmente avanzamos hacia la luz».
Elveda Martinez, activista de la nación Paiute del Río Walker, observa además un cambio en los patrones electorales en la comunidad
Tradicionalmente, los indígenas favorecen al Partido Demócrata.
Con decenas de miles de electores, el voto indígena fue crucial para asegurar la victoria de Joe Biden en 2020 en estados decisivos como Nevada y Arizona, en donde el demócrata derrotó a Trump por apenas 33.500 y 10.500 votos, respectivamente.
Aunque Martínez cree que el voto indígena favorecerá a Harris, afirma que su partido está perdiendo terreno.
«Históricamente hemos sido un bloque demócrata aquí en la reserva, y eso ha cambiado en los últimos cuatro años. Creo que ahora el porcentaje es de 65% demócrata y 35% republicanos».
La activista de 65 años, quien ya votó por Harris estrenando el sistema de voto anticipado en línea disponible por primera vez para los indígenas en Nevada, no disimula su disgusto por Trump.
Pero «aún así es un poco difícil votar por Kamala (Harris)», quien es, además, la vicepresidenta de Joe Biden, y es vista por muchos como una continuación de su gobierno.
«Bajo su administración los precios de la comida se dispararon. La gente ve eso, eso nos afecta», explica Martinez, que además relata que la gente debe «manejar unos 48 kilómetros para ir a un mercado, y (el dinero) no alcanza para mucho».
«Esa puede ser una razón para ellos para comenzar a votar por Trump, porque ven que cuando él era presidente la comida no estaba tan cara», comenta la activista.
«Sé que muchos jóvenes y ancianos van a votar por él».
La activista de 65 años, quien ya votó por Harris estrenando el sistema de voto anticipado en línea disponible por primera vez para los indígenas en Nevada, no disimula su disgusto por Trump.
Pero «aún así es un poco difícil votar por Kamala (Harris)», quien es, además, la vicepresidenta de Joe Biden, y es vista por muchos como una continuación de su gobierno.
«Bajo su administración los precios de la comida se dispararon. La gente ve eso, eso nos afecta», explica Martinez, que además relata que la gente debe «manejar unos 48 kilómetros para ir a un mercado, y (el dinero) no alcanza para mucho».
«Esa puede ser una razón para ellos para comenzar a votar por Trump, porque ven que cuando él era presidente la comida no estaba tan cara», comenta la activista.
«Sé que muchos jóvenes y ancianos van a votar por él».
En Nevada, Andrea Martinez, líder de la nación Paiute del Río Walker, señala que una gran preocupación local es la falta de debate en torno a los proyectos de energía renovable y minería en las reservas o en sus cercanías, algo que creen podría perjudicar la comunidad.
«Es algo que promueve este gobierno», dice Martinez.
«Lo único que queremos es que escuchen nuestra opinión sobre cómo nos va a impactar», opina la líder de 39 años, quien cree que el tema transforma la elección en un momento de inflexión.
«Siento que depende de quien gane, determinará el futuro de la Reserva del Río Walker».
Con información de AFP