El asesor para Asuntos Internacionales de la Presidencia de Brasil, Celso Amorim, expresó este miércoles su preocupación por la presencia de buques de guerra de EE. UU. cerca de aguas de Venezuela, asegurando que están en contra de todo tipo de intervención extranjera.
Según O Globo, las palabras de Amorim tuvieron lugar en una audiencia pública en la Comisión de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional de la Cámara de Diputados. «Veo con preocupación el despliegue de buques de guerra estadounidenses en Venezuela. Creo que la no intervención es fundamental», manifestó.
Amorim mencionó que Brasil no reconoció el resultado electoral que el CNE venezolano dio en las presidenciales de 2024, dado que, dijo, Nicolás Maduro «nunca presentó evidencia» de haber derrotado a Edmundo González Urrutia.
Aun así, el funcionario de Brasil señaló que, pese a las fricciones con Caracas, el Gobierno de Lula prefiere mantener la relación con Venezuela.
«Cuando se llevaron a cabo las elecciones, tuvimos dudas, evitamos el cumplimiento, pero mantuvimos la relación, que es de estado a estado. Tener buenas relaciones no es una elección, sino una imposición de la geografía», apuntó.
Según ese medio, miembros del Ejecutivo brasileño siguen con preocupación el envío de navíos militares de parte de EE. UU. cerca de las costas de Venezuela. Aunque tienen certeza de que el foco es el país caribeño, resaltan que este guarda 2.000 kilómetros de frontera con Brasil.
Interlocutores cercanos al presidente Luiz Inácio Lula da Silva valoran que el momento requiere cautela, ya que Washington ha promovido una serie de ataques contra Brasil, como el arancel del 50 %.
La evaluación de los miembros del Gobierno de Brasil, dice O Globo, es que Donald Trump busca una intervención en Venezuela para forzar la salida de Nicolás Maduro.
En contexto
La reacción de Amorim ocurre en un contexto de altas tensiones entre Venezuela y EE. UU. y después de que se conociera que varios destructores estadounidenses equipados con el sistema Aegis, una tecnología de defensa diseñada para rastrear múltiples objetivos y neutralizar amenazas aéreas o marítimas de forma simultánea, se posicionarán frente a las costas de Venezuela.
El operativo forma parte de un despliegue militar contra organizaciones de narcotráfico en América Latina, y cuenta con alrededor de 4.000 marines en la región del Caribe, además de aviones de vigilancia P-8 Poseidon, varios buques de guerra adicionales y al menos un submarino de ataque.
Trump, quien asumió el poder en enero, ha buscado utilizar a los militares para perseguir a las bandas de narcotraficantes latinoamericanas que han sido designadas como organizaciones terroristas globales. El Pentágono recibió instrucciones de preparar opciones al respecto.
Trump ha hecho de la represión de los carteles de droga un objetivo central de su administración, como parte de un esfuerzo más amplio para limitar la migración y reforzar la seguridad en la frontera sur de Estados Unidos.
A solo cinco horas
Además, según un artículo publicado por Elizabeth Fuentes, estos navíos se ubicarán a solo cinco horas de Venezuela.
Los buques de guerra estadounidenses USS Gravely y Jason Dunham zarparon desde Mayport, Florida, la semana pasada, mientras que el Sampson se encuentra próximo al Canal de Panamá y un cuarto buque de combate, el Litorial USS ya opera en las cercanías de Curazao. Así lo asegura la revista «Zona Militar», especializada en estos temas.
La orden del gobierno de Donald Trump de militarizar el espacio aéreo y naval en aguas internacionales cercanas a Venezuela para combatir el narcotráfico, incluye la presencia de un avión espía y un submarino de ataque, cuyas características no han sido divulgadas por razones de seguridad.
Una vez instalados en aguas internacionales, que comienzan a partir de las 200 millas náuticas de la costa venezolana, los destructores desplegados podrían recorrer esas 200 millas náuticas en aproximadamente 5.5 a 7.4 horas, con una velocidad máxima de 350 kilómetros por hora.
Los tres buques, de la clase Arleigh Burke, son el despliegue naval estadounidense más amplio en el Caribe, los cuales vienen acompañados por aeronaves de patrulla marítima (P-8 Poseidón) capaces de rastrear submarinos y buques a grandes distancias mediante radares avanzados, sensores y sonoboyas.