La Conferencia Episcopal de las Antillas pidió este domingo que haya «diálogo y cooperación urgente», con el fin de «aliviar» las «crecientes tensiones geopolíticas y fomentar una paz duradera», a propósito del despliegue militar que EE. UU. lleva a cabo en el Caribe.
Por medio de un comunicado, los obispos manifestaron su «gran preocupación por la reciente acumulación de recursos navales y otros medios militares en el sur del mar Caribe», alegando que podrían tener «posibles implicaciones para el bienestar socioeconómico, político y humanitario de nuestra región y su pueblo».
La Conferencia admitió que la región se encuentra “una vez más en una encrucijada«. Por ello, insistieron en que «el diálogo y la cooperación son urgentemente necesarios para aliviar las crecientes tensiones geopolíticas y fomentar una paz duradera».
«Al mismo tiempo, debemos expresarnos con claridad sobre los retos morales a los que se enfrenta nuestra región. El narcotráfico sigue devastando las sociedades caribeñas, erosionando vidas, futuros y el propio tejido moral de nuestras comunidades. Se trata de una grave crisis para la Iglesia y para las familias de todo el mundo, a la que tenemos el deber de hacer frente», acotaron.
Pese a eso, resaltaron que la «privación arbitraria e injustificada de la vida no puede justificarse como medio de resolución», pues tales actos «violan el carácter sagrado de la vida humana».
«Del mismo modo, el desprecio por la soberanía de las naciones independientes no puede aceptarse como medida razonable en nombre de la seguridad fronteriza«, continuó la Conferencia Episcopal del Caribe, al tiempo que afirmó que «la guerra o la amenaza de guerra nunca son la solución adecuada».
Los obispos consideran que la presencia de buques de guerra y «la perturbación de los medios de vida marítimos en aguas caribeñas representan amenazas reales e inmediatas para la estabilidad regional y el bienestar de nuestras naciones».
«Como pueblos unidos por un patrimonio común y una identidad colectiva, debemos seguir rechazando la agresión y la intimidación como medios para resolver conflictos o diferencias ideológicas. Nuestra historia ha demostrado que el diálogo y la negociación nos han servido bien como naciones independientes unidas en comunidad y cooperación», sostuvieron.
Del mismo modo, expresaron que se mantienen «atento a las voces y preocupaciones expresadas por nuestro pueblo e instamos a que nos guiemos por las enseñanzas de las Escrituras».
«Se nos manda amar a los demás, incluso a nuestros enemigos. El mundo puede estar en guerra, pero estamos llamados a rezar por la paz y a actuar por la paz. En este Año Jubilar de la Esperanza, mientras la Iglesia continúa con la antigua tradición del perdón y la restauración, reafirmamos nuestro objetivo común y nuestra hermandad compartida que trasciende las fronteras y los intereses nacionales», puntualizaron.












