El béisbol profesional ha terminado cediendo ante la realidad geopolítica. La Serie del Caribe 2026, que estaba programada para celebrarse en los estadios de la Gran Caracas, ha sido trasladada de emergencia a territorio mexicano. La decisión se formalizó este jueves, luego de que las delegaciones internacionales rechazaran viajar a Venezuela debido a la crisis de seguridad derivada del amplio despliegue militar de Estados Unidos en la cuenca del Caribe.
México, que ya fue anfitrión de la edición 2025 en Mexicali —donde se titularon los Leones del Escogido de República Dominicana—, repetirá como organizador en un hecho inusual para la rotación del torneo.
A través de un comunicado oficial, el ente rector de la pelota invernal sentenció el cambio de planes: «La Confederación de Béisbol Profesional del Caribe (Cbpc) informa que la ciudad de Zapopan, Jalisco, ha sido designada oficialmente como sede de la Serie del Caribe 2026, evento que se celebrará del 1 al 7 de febrero».
El detonante de esta medida drástica ocurrió el pasado lunes, cuando las ligas de Puerto Rico, República Dominicana y México notificaron su declinación a participar en suelo venezolano, alegando «situaciones externas ajenas a su control». Esto, a pesar de que la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (Lvbp) había asegurado a principios de diciembre que el país contaba con las condiciones logísticas necesarias para albergar la competición, que no visitaba Venezuela desde la edición de 2023.
Jalisco asume el reto ante la «premura»
La Liga Mexicana del Pacífico (LMP) confirmó que el evento se muda al área metropolitana de Guadalajara. La elección de Zapopan, casa de los Charros de Jalisco, responde a su infraestructura probada y capacidad de reacción inmediata. Este estadio ya conoce la dinámica del clásico caribeño, habiendo sido sede en 2018, año en que los Criollos de Caguas (Puerto Rico) alzaron el trofeo.
Durante una rueda de prensa, Salvador Escobar, presidente de la LMP, justificó la elección destacando la solvencia organizativa de la región frente a la «premura del tiempo».
«Tenemos calidad en nuestra liga, en nuestras plazas, y en nuestra infraestructura sobre todo, entonces podemos albergarlo», aseguró Escobar, asumiendo la responsabilidad de montar el torneo en tiempo récord.
¿Habrá representación venezolana?
La gran incógnita que deja el cambio de sede es si Venezuela tendrá un equipo en el terreno. El formato anunciado contempla la participación de los campeones de Puerto Rico, República Dominicana y México, sumando a Panamá como invitado. Sin embargo, la presencia del campeón de la Lvbp no está confirmada tras el retiro de la sede.
Ante este escenario, la organización ha diseñado un plan de contingencia: «por primera vez» en la historia reciente, México podría tener dos representantes (el campeón y el subcampeón de su liga) para completar el calendario. Estos cupos se definirán en enero.
No obstante, la puerta no está cerrada del todo. Salvador Escobar aclaró que la prioridad es contar con todos los miembros plenos. «Si hubiera ese interés de participar (de parte del conjunto venezolano), por supuesto que Guadalajraa estará abierto a que así suceda», afirmó el directivo mexicano.
De confirmarse la asistencia de la delegación venezolana, el subcampeón mexicano quedaría fuera y se jugaría bajo el esquema tradicional de cinco equipos: todos contra todos, semifinales y final.
Cielos restringidos y tambores de guerra
La pérdida de la sede es una consecuencia directa del clima de tensión bélica que se vive en la región desde mediados de año. La logística para entrar y salir de Venezuela se ha complicado severamente después de que la Administración Federal de Aviación (FAA) de EE.UU. emitiera una alerta en noviembre instando a las aeronaves a «extremar la precaución».
El organismo estadounidense justificó su advertencia citando el «empeoramiento de la situación de seguridad y al aumento de la actividad militar en Venezuela y sus alrededores», lo que provocó una cascada de cancelaciones de vuelos por parte de aerolíneas internacionales.
El trasfondo es una operación militar a gran escala. Desde agosto, Washington mantiene un despliegue naval y aéreo en el Caribe y el Pacífico bajo la bandera de la lucha antinarcóticos. Según reportes, desde el 2 de septiembre, los bombardeos estadounidenses contra presuntas narcolanchas han dejado un saldo de cerca de 100 muertos.
Mientras la Casa Blanca defiende estas acciones como medidas de seguridad, el gobierno de Nicolás Maduro denuncia que las maniobras son una excusa para forzar un «cambio de régimen» y tomar el control de las reservas petroleras de la nación. En medio de este fuego cruzado, el béisbol caribeño ha tenido que hacer las maletas y mudarse al norte.
Con información de RFI / AFP.












