Una curiosa fotografía de rutina tomada por un satélite de comunicaciones alertó a las autoridades que velan por la seguridad espacial.
El satélite MP42 de la empresa NanoAvionics,que se lanzó a bordo de la misión SpaceX Transporter-4 en 2022, fue impactado por un pequeño objeto en órbita y registró los daños sufridos en una reveladora imagen.
La “selfie” del satélite que fue impactado por un pequeño fragmento en órbita sin consecuencias graves, mostró un agujero en su panel solar y despertó las alertas por la presencia de millones de fragmentos de desechos espaciales que aumenta año tras año y compromete la seguridad de miles de satélites en funcionamiento.
Así como misiones científicas, comerciales y el trabajo que hacen los seres humanos en la Estación Espacial Internacional (EEI) y en la flamante Estación Espacial de China.
La cantidad de objetos en órbita no para de crecer. Según la Agencia Espacial Europea (ESA), existen alrededor de 130 millones de fragmentos de desechos espaciales de entre 1 mm y 1 cm que viajan a velocidades de hasta 27.000 km/h, convirtiendo a cada uno en un proyectil letal para las naves que cruzan su trayectoria.
Además, 40.500 objetos de basura espacial de más de 10 centímetros habitan en el espacio alrededor de la Tierra y unos 36.800 de estos objetos pueden rastrearse, lo que significa que los operadores de satélites pueden evitarlos en caso de que se acerquen.
Incluso, la NASA advierte que actualmente operan cerca de 10.000 satélites, mientras que miles de cuerpos de cohetes y restos de misiones anteriores siguen en órbita sin control. El incremento de constelaciones de satélites, como Starlink de SpaceX y el Proyecto Kuiper de Amazon, también implica una concentración sin precedentes de aparatos en el espacio.
Darren McKnight, miembro técnico senior de LeoLabs, una empresa dedicada al seguimiento de objetos en órbita, afirma que los modelos de la NASA muestran una acumulación de desechos espaciales que podría durar décadas. Sin embargo, subraya que las consecuencias son una realidad: “Las cosas malas ya están ocurriendo ahora, y también necesitan soluciones ahora”.
El reciente caso del satélite MP42 de NanoAvionics es solo un ejemplo. Este satélite, lanzado en 2022, sufrió una pequeña perforación de 6 milímetros en su panel solar, posiblemente causada por un micrometeoroide o un fragmento de basura espacial. Aunque el daño no afectó su operación, esta situación recuerda la fragilidad de los satélites ante colisiones inevitables en un entorno saturado.
En 2009, ocurrió el peor accidente de este tipo cuando el satélite Iridium de la constelación de telecomunicaciones estadounidense chocó con el satélite ruso Kosmos 2251, generando miles de fragmentos. Muchos de estos restos aún orbitan, aumentando el riesgo de nuevos accidentes.
Además, el 28 de febrero de este año, el satélite TIMED de la NASA, diseñado para estudiar la radiación solar, estuvo a punto de chocar con un satélite ruso fuera de servicio desde hace 32 años. Este tipo de encuentros no son evitables si los objetos son “muertos”, es decir, imposibles de maniobrar.
La situación es especialmente delicada para la EEI. Con un tamaño considerable y tripulaciones permanentes a bordo, la estación enfrenta amenazas constantes. Solo en los últimos dos años, ha sido puesta en alerta varias veces por fragmentos en su proximidad, como el pedazo de un cohete ruso y la metralla resultante de una prueba de misiles antisatélite rusa en 2021.
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